Alba Acebes - Martí Cabanas - Ignasi Parrilla - Juan Paton - Alba Travé
Casa, arribo una mica tard a les Comelles. El Juan m'espera. Obrim just la porta i arriben les Albes i el Martí.
Y aparecí de nuevo, como tantas veces he aparecido.
Aparecí leyendo un periódico, o mejor dicho, devorándolo. A mí me gusta devorar periódicos y también a sus parientes cercanos.
Me asombra la inocencia de los periódicos, me asombra la forma en que se tatúa papel con hechos, como si eso conformara la memoria, y como si yo no hubiese visto todas aquellas cosas que la tinta ha olvidado.
Aún recuerdo la última vez en que vi estas paredes, y recuerdo que ellos cinco todavía no habían dejado caer el peso de sus pies en la tierra.
Ha sido una mañana de verano, de esas en las que no pasa absolutamente nada pero el sol se encarga de hacer lo suyo y dejarte con esa sensación de satisfactoria suficiencia en el cuerpo.
Llegamos a la masía, donde están ya I y J. Las vistas son una ampliación del cuadradito que enseña siempre I en videollamada desde su ventana, y es la masía de la que tantas veces me ha hablado. Todo allí respira a él. Podría ser casi un retrato suyo.
La casa encara és molt maca. Tota blanca sembla com si les coses que hi han dins la casa no poguessin envellir més. Entrem a la cuina i raja una llum matinal molt maca, una mica angoixat, però, decideixo començar a encendre el foc, m'estressava tardar massa a encendre'l. En un primer moment no aconseguim encendre el foc i ens espantem, era angoixant la sensació d'incertesa.
Enciende el fuego y me recuerda a cuando lo hizo en Port hace más de un año. Todo era muy distinto. El tiempo y él son otros. Nuestro vínculo también es otro. Pero quedan resquicios de ambos que el tiempo no borra. Supongo que siempre quedan y la certeza de esa familiaridad me tranquiliza.
Después de recordar la última vez que vi las paredes, recordé también la vez en que las vi alzarse, y la vez en que vi a sus piedras formarse.
Creo que me encanta ver cosas, y recordarlas.
También han aparecido. Por la puerta. Han tenido que quitar una vieja lona de plástico que cubría la mesa y las sillas, que estaban dispuestas boca abajo sobre ella. Han tenido que limpiar todas las heces que los ratones han ido dejando, día tras día, año tras año, aparición tras aparición, por acumulación, sobre la mesa y entre las sillas.
Las sillas son cada una diferente de la otra, porque cada una apareció por la puerta un día distinto.
También han tenido que barrer el suelo, y han vestido la mesa con un mantel blanco y cinco platos, cada uno diferente al otro, porque aparecer por la puerta el mismo día no significa tener que ser iguales.
Los vasos son diferentes, y los cubiertos, todos han aparecido aquí, pero vienen de otros sitios. Como yo.
La noche anterior dormí en casa de una amiga, la anterior a esa también, unos días sin saber dónde estar ni cómo estar. Fui a mi casa solo para coger la olla, mi plato y mi cuchara, solo ese rato ya se me hizo incómodo, parecían esos momentos de silencio que compartes con alguien que todavía no conoces del todo, pero hay un entendimiento mudo de que ninguno sabe que decir exactamente. Había llenado mis días con personas para evitar charlar conmigo misma.
Minutos después de reencontrarme con mi casa, alba me avisó de que ella y martí esperaban abajo en la furgo. Nada más abrir la puerta alba me preguntó que si estaba bien, esta semana me he dado cuenta de que mis emociones son muy reconocibles y estoy intentando decidir si me gusta o no.
Vimos a Juan y a Ignasi esperándonos, abracé a ambos, dos abrazos muy diferentes y muy parecidos. Ignasi nos guió por la masía de su abuelo. Era bonito, siempre es bonito ver partes nuevas de una persona que conoces y aprecias, siempre agradezco cuando Ignasi deja ver más partes nuevas de él. Aunque la mayoría del tiempo le tengo cerca, le noto muy lejos, tal vez se deja algo de él en ese pueblo, no le culpo, sabe dónde pertenece.
Le conté lo que me pasaba, me escuchó, el edificio también, cuatro meses resumidos en diez minutos, diez minutos retenidos en ese espacio de vida que creamos el viernes.
Empezamos a hacer la sopa y es como si estuviésemos cuidando a otra persona. Casi como si estuviésemos queriéndola. Porque le dedicamos tiempo. Y calma, y paciencia. Y la entendemos y la procesamos desde el principio. Ella también marca su propio ritmo. Nosotras mientras la observamos y la dejamos hacer. Y esperamos. Las cosas ya casi nunca se hacen así. Por eso ya tan poca gente sabe querer.
Estic nerviós i em fumo un cigarro. Llavors m'apropo a l'olla per veure com va, l'aigua sembla bruta fa una mica de fastig, tot i això al cap de deu minuto o 20 m'hi torno a apropar i fa un altre pinta... Comença a fer olor d'escudella de Nadal a tota la casa.
De cop i volta semblava que visquéssim en aquell espai, s'adopten rols de comunitat.
Uno de ellos se acerca para acomodar mis faldas, empuña un largo tenedor de hierro, forjado mucho antes de que él apareciera, y me hace cosquillas. Veo sus manos muy cerca, y como mi buen amigo el rayo, alargo mi brazo, rápidamente, hasta tocar con avispo la punta de su dedo.
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Se m'ha posat a dins,
se m'ha esmunyit,
com un llamp durant la nit,
com per la punta del dit.
Se m'ha posat fins ben endintre, el foc, una bona cremada, que ja és el que passa quan amb ell hi jugues.
Els homes i el foc som tan incompatibles, que penso que només podem relacionar-nos tocant-nos de puntetes.
I y yo salimos a fumar mientras esperamos. Solo nosotros, las sillas vacías mirando hacia nada en concreto y esa especie de tiempo extendido. Y entiendo lo que decía Honoré sobre la necesidad de lentitud para poder conectar con algo. Qué bonito es cuando vuelves a hacerlo.
Al cap d'una estona l'Alba i jo ens quedem sols i parlem de nois. M'agrada seguir creant vincle amb ella, ens coneixem des de fa molt de temps. En un moment decidim afegir les verdures a l'olla, cada cop està més plena. Decideixo fumar un altre cigarro, ningú fuma i estic sol a fora, sento com un rusc d'abelles es a prop, estic incòmode.
Penso en quan, una estona abans, parlavem l'Alba i jo, assegudes al capdamunt d'una petita paret, damunt dels camps. Crec que una de les coses que més m'agrada de l'Alba és la innocència amb qué explica les coses, la innocència amb qué les viu, i la innocència amb qué les deixa anar. De fet, aquesta innocència la portem totes, però ella la fa visible. Perquè ella sap que tot hauria de ser més fàcil, perquè em diu que miri les papallones, perquè em diu que no hi sent soroll, aquí. Ens estirem sobre el mur, mirem el cel i imaginem una vida, una de ben simple, on no faci falta posar inicials majúscules a res, on la casa no sigui una presó, i on tots els familiars ens tinguin compassió.
Luego con M, también fuera, cierro los ojos sintiendo el sol en la cara y dejo pasar los minutos. Por primera vez en muchos días me siento en paz. Parece como si el silencio se encargase de poner de nuevo cada cosa en su sitio y arreglarlo por mí mientras me quedo ahí muy quieta, casi expectante ante que lo haga.
Es una plenitud extraña. Menos eufórica que la habitual, más pausada. Pero también creo que más real. Puede que el silencio sea lo que realmente controla el tiempo. Parece increíble pensar en todas las posibles velocidades que puede estar teniendo este momento en cualquier otro sitio. Y todas las velocidades que tiene mi vida y que normalmente escapan a mi control. Pienso en otras vidas y en otros tiempos e imagino por un momento todo lo que aún queda.
Debería volver a meditar. Creo que dejé de hacerlo porque siempre que paro pienso en S. Y por eso me tiendo trampas a mí misma y me atrapo en esta vorágine de ocupaciones constantes y ruido. El suficiente ruido como para no escucharme siempre del todo. Porque el sistema me quiere hiperproductiva y no podría serlo si volviese a establecer una relación sana con el tiempo.
S me regañaría si supiese cómo juego a escapar el silencio, aunque él lo haga de otras formas. Me gustaría que estuviese aquí. Sé que le encantaría esto.
Es crítico hasta el punto en que ni siquiera noto el ruido hasta que no está. Forma ahora parte de mí casi tanto como cualquier otra cosa. Es como si no supiese desengancharme de la prisa.
Y es que en realidad no hay prisa.
Pero todo parece precipitarse tantísimo. ¿Cuándo empezó a hacerlo?
Ahora mismo mientras escribo estoy comiendo fuera de casa, y la diferencia me asusta, echo de menos la parsimonia del viernes, simplemente el estar en ese momento, mirar el fuego que parecía acompañarnos durante el día cómo si fuera una persona más, apaciguandose a la vez que nosotras. Todo el proceso hasta la consumición fue pausado y tranquilo. Sin intentarlo me encontré teniendo esas conversaciones conmigo que iba evitando, conversaciones que en momentos débiles quería tener con el causante de ellas.
Aunque todavía no había saludado la luna ya sentí que se había acabado el día, no sabría decir si es qué el tiempo fue muy rápido y nosotras muy lentas, pero creo que de alguna forma nos encontramos a mitad del camino y nos reconciliamos.
Habíamos acabado de comer, las voces de todas se fueron apagando mientras el fuego también callaba.
Llego a Barcelona y la ansiedad es inmediata. La sensación de vértigo inherente. La calle Mallorca no sabe estar callada, y ni siquiera finge querer saber hacerlo. No la culpo, no está en su naturaleza. El silencio y ella nunca se han llevado bien.
Pero conmigo sí que lo hacía. Y creo que toca tratar de arreglarlo. Buscar más días como este, cuidar a las cosas y a las personas con la calma de quien hace una sopa y reconciliarme con el silencio, para poder volver a parar el tiempo cuando haga falta.
Amb la calor que hi fa davant la llar de foc, surto a prendre l'aire una estona, hem deixat les cadires que sobraven a fora al pati, i aprofito per asseure'm en una d'elles. El sol em cau i el temps s'atura. S'atura més del que ja s'havia aturat.
Mirant el cel penso, i penso en com pot existir un mur tan alt entre la vida d'ara i la d'abans, i en com de veritablement fàcil és travessar-lo.
Mantel, platos, cubiertos, vasos, bascula, mechero, trapos, está todo. Andrea nerviosa, más que yo, pues no sabe donde voy, pero yo tampoco aún, como si a un lugar lejano me fuese y no volviera en semanas parece tomárselo, no se fía de mi orientación y acostumbrada a ir conmigo y guiarme en el asiento del copiloto esta vez en hora punta me marcho solo a una masia desconocida, con compañeros aún desconocidos a hacer un caldo del que posiblemente desconozcamos en su inmensa mayoría la metodología que seguiremos.
Leo en un banco mientras espero a M, un poco nerviosa, como una niña a punto viajar muy lejos, aunque no entiendo muy bien por qué.
Me siento algo culpable por haberme quedado dormida y retrasarlo todo, pero siempre soy yo la que espera a M, así que enseguida se me pasa. Subo a la furgo y pasamos a recoger a A. Con la música y su compañía empiezo a sentir que hoy todo está bien.
De la A2 a la C55, y de esta a la C58 a la altura de Abrera sur, más o menos cerca de Olesa de Monistrol. Hay un cruce hacia El Fresno, con un restaurante de carretera llamado el Foix, hasta el desvío de la carretera hacia El Palà. Así mi padre a grandes rasgos me explica como llegar antes de salir de casa. Dicho así suena de una manera, un manual de instrucciones muy sencillo y técnico, sin opción a perdida, pero el camino sería muy distinto, salir de Barcelona y coger la A2, rodeado de otros coches, todos con prisa, locos por llegar al trabajo al que llegan tarde, yo que salgo con tiempo parece que les estorbo, vamos a otro ritmo y cada uno con un ansía que contagia, respeto el límite, pero el coche de detrás ocupa todo el retrovisor, no hay tiempo, me apresura, me aprieta y empuja a correr, a ponerme a su ritmo, a su velocidad, vamos pasando el límite y cada vez parece que vamos más lentos.
Llegamos a Sant Andreu, y de repente me encuentro solo, nadie me empuja y recupero mi ritmo, sin prisas y retomando la tranquilidad hasta Abrera, conforme van pasando los kilómetros el paisaje cambia, cambian los roles del urbanismo, nosotros nos adaptamos al entorno y no este a nosotros, las composiciones paisajísticas son totalmente distintas, predomina otra función, predomina otro sol y predomina otro cielo a diferencia de Barcelona, aun estando a tan solo 20 kilómetros de distancia, visualmente se percibe una diferencia increíble.
El trayecto fue suave, me relaja mucho ir en coche, íbamos comentando cosas de la noche del miércoles, disfruto escuchando a los dos hablar. De tanto en tanto desvanezco, no sé exactamente dónde voy, sólo sé que no me siento presente en la furgoneta.
Llego a Abrera y cruzo alrededor del pueblo por la C-55, aún sigo sin saber a donde voy ni que me encontraré, pero la carretera va cambiando y cada vez se ve más lejos cualquier resto de urbanización, cruzo túneles bajo montañas, me envuelve Montserrat y restos de otra época, frente a un puente una construcción medio derrumbada, quién podría haber vivido allí, qué hacia esa casa ahí, al lado de un precipicio casi dentro de la montaña, cuánto tiempo hace que está ahí y porque nadie más ha vuelto a vivir ahí, la erosión del paso del tiempo frente a esas fachadas atestigua miles de lluvias, vientos y personas, al igual que a estas el tiempo les ha hecho mella.
Al fin veo el restaurante de carretera, y un cruce en dirección El Fresno, el firme está castigado y brillante por el paso del tiempo, alrededor de este, casas adosadas con su respectivo jardín, aún es pronto y la gente parece no haberse levantado, a diferencia de Barcelona el tiempo aquí pasa distinto, parezco un intruso, un forastero que anda perdido en busca de algo que aun desconoce. Continuo por la carretera y cada vez se ven menos casas, y se abren unos prados verdes sin arboles alrededor, y de repente tras un giro cerrado me sumerjo en un bosque de pinos —¬Ahora que lo recuerdo me parece increíble, como aquel cambio del paisaje se sucedió tan rápido, como aquel prado estaba entre el bosque y la pequeña urbanización, como sin mediar con nadie, hubiese surgido él solo ahí— llego a un pequeño desvío, con un cartel viejo en el que señala la dirección a otra urbanización parece, a esa altura debería seguir el camino a la masia, sin tenerlo muy claro me salgo de la carretera reglada y entro a la tierra, muy bacheada y seca, testimonio de anteriores riadas y que dibujan las ruedas de otros coches que han pasado. A lo lejos, a través de los arboles veo un tejado, no estoy seguro si será el destino pero con ansias acelero por llegar, aunque las ruedas pierdan tracción y el sonido de las piedras reboten bajo la carrocería y me avisen de que me estoy excediendo.
Se ve una masia muy antigua, distribuida en diferentes construcciones, entre ellas se ven diferencias, no parecen haber sido construidas en la misma fecha, el método, el material y el acabado evidencia esto. Soy el primero pienso, o quizás me he equivocado de sitio, I para mi alivio me confirma que he llegado al lugar, en breve llega.
Dejo al coche descansar, no apago el motor, y lo dejo unos minutos al ralentí, se mezclan sonidos, ritmos, parecen ir acompasado en ocasiones, es curioso como la propia naturaleza parece ser quien se adapta a aquel intruso que soy yo.
Vamos llegando todos e I nos abre las puertas a la masia, se conocen entre ellos de hace tiempo y mantienen una relación estrecha, yo por el contrario me resulta ser un infiltrado, sin conocernos de nada nos hemos citado aquí en un lugar desconocido en gran medida para todos a excepción de I.
Aun frio con ellos nos ponemos a hacer el fuego. Una manera curiosa de conocernos, I está acostumbrado con sus padres a hacer el fuego pero el primer intento no enciende. Recuerdo como mi padre en alguna ocasión me había ensañado a hacerlo, posiblemente como le enseñó mi abuelo, y coloco las ramas como me explicó, al mismo tiempo se lo mencionó a M de colocar las ramas como si hiciéramos una casita de los indios, esta vez arranca e impresionados el fuego persiste y crece conforme echamos troncos más grandes.
M'emociono. Penso en què és increïble que amb la cocció d'un caldo faci reviure totes les parets de la casa. Reflexiono sobre el temps que feia que ningú cuinava en aquella casa, pot ser 140 o 150 anys.
También recuerdo que, muchas otras veces, se escuchaba a un idéntico compás ese sonido, a lo lejos. Es un ruido constante, muy percusivo:
Pam! Crrss... Pam! Crsss... y algunas veces un (Crrrhhk).
Me encanta oírlo, porque me llena el estómago y me aviva el alma.
El fuego pasa lento y se dedica simplemente a estar. Improvisa sus formas y se toma su tiempo entre cada chispa. Decide su propio ritmo. Eso me produce cierta envidia. Todo aquí parece poder decidirlo.
De cop van sortint certes intervencions sobre l'espai, i el temps. "És heavy com estem acostumats a la rapidesa amb la qual vivim avui en dia" Parlem sobre com vivim i de la romantització de la vida humil i sencilla. L'Alba em diu que està molt tranquil·la aquí, no sent cap mena de soroll, tot i això jo escolto l'autopista a uns km més enllà. El foc és molt viu, la flama gairebé fa un metre fa por i tot. Intentem començar a fer bullir l'aigua però fa molta calor. Cada cop que m'acosto a la llardafoc em cremo.
Limpiamos, cortamos y preparamos la carne y las verduras todos juntos, colocamos el agua a hervir con la carne dentro, 5 horas debería estar hirviendo todo.
Prenc l'última cullerada. Em giro, i miro, a cua d'ull, les brases a la llar de foc.
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Nos veremos luego, nos vimos antes, nos aparecemos, y desaparecemos.
Se me van cerrando los ojos, me despedazo suavemente, pierdo la fuerza, pero no me duele. En una última imagen, borrosa y tenue, veo que los humanos ríen alrededor de la mesa.
Voy conociendo a cada uno con pequeñas conversaciones, el tiempo aquí parece pasar diferente como si de una tabla de micro, meso y macro dividida en las unidades temporales cambiaran su orden, siendo la hora macro de la ciudad, aquí una unidad micro, el tiempo padece una deceleración constante aquí, A bromea en que lo que necesita es esto a diario, un lugar donde olvidarse y vivir de otra manera a otra velocidad.
De tant pensar, també penso en quan en Juan m'ha preguntat si ja havia vist la part del darrere. En quan l'hi he dit que no, i hi hem anat. No el conec gens a ell, i ell tampoc em coneix gens a mi, ens hem aparegut per casualitats de la vida. Mirem les grans màquines per a produir vi, en com les van deixar al lloc on eren, com parades en el temps. Ens fixem en com l'herba ha crescut i va pujant per les escales. El temps s'ha ben aturat, aquí. Però nosaltres ens fixem en tot, i fem troballes i petits descobriments. Suposo que descobrint coses, la gent també es descobreix entre si.
Tenemos mucho tiempo esta mañana hasta tener el caldo preparado, juntos y por separado vamos investigando la masia, quizás un tanto desvergonzado por mi parte abriendo y cerrando puertas viendo a donde me llevaba cada una dentro de la masia.
Asombrado por el patio interior se lo comento a M, que al ver lo que escondía detrás la casa, ve como parece que en un momento se detuvo el tiempo, las maquinas colocadas en su sitio, las cisternas de madera con restos de escrito evidencian otro tiempo, fechas de cosecha parece y meses o años de maduración, parece increíble como en el fondo la naturaleza ha ido recuperando lo que es suyo, como el musgo casi entra dentro de la casa, como las ratas y demás animales han hecho agujeros y roído maderas, o como en una puerta nos encontramos con una puertecita muy rudimentaria para los animales domésticos.
També he pensat en l'Alba, la que era a dintre la casa, i no pas a fora. Perquè n'hi ha dues, d'Albes. L'Alba de dintre és una mica com el foc, ho observa tot amb la més absoluta delicadesa, amb la mirada. Penso que amb poques persones s'hi pot parlar tant amb la mirada. Fins i tot quan sortim de festa, ens mirem i riem, perquè ella ho observa tot, i quan tu també ho fas, et converteixes en un petit còmplice d'observació. Comparteixes un secret tan únic que només està escrit en el record. Entre aquestes parets, totes estem sent còmplices d'alguna cosa que va més enllà de cuinar un caldo. I ella, com era d'esperar, també ho ha vist.
Anava a pensar en l'Ignasi, però ha vingut i m'ha interromput el pensament. Així és ell, d'inesperat. L'Ignasi té un punt de descarat que fa que l'admiri molt, i no sé ben bé per què. Suposo que pel fet de saber que no podré ser mai tant descarat com ell, i que en alguna altra vida, m'agradaria tenir el coratge de ser-ho. Perquè és un descarat però d'alegria, perquè no se'n calla una, però també sap escoltar. M'ha ensenyat com talla els troncs per la llenya i m'ha dit que a ell sempre l'havien educat tenint molt contacte amb l'àmbit rural, tot anant a buscar aigua per rentar els aliments i les mans. Ell més que la resta sap que habitar quelcom vol dir acceptar i entendre-hi les regles, fusionar-s'hi.
Pico massa les brases i s'apaga una flama que hi sortia, agafo el ventall i miro de fer-hi aire. En Juan em diu que ho provi més fort. Després d'uns quants intents, la flama torna, i jo entenc que estem tornant a aprendre coses que ja hi eren, dins nostre.
El fuego con el paso del tiempo pierde fuerza y comenzamos a echar más madera, uno de los troncos se apaga y M con una pieza de mimbre agita el viento, con miedo se detiene, pensando que apagaría el resto de la hoguera, me apresuro en decirle que le insista y tras un par de segundos el tronco recupera la llama como si fuera magia, la cara de M al ver la llama volver lo dice todo, como si volviera a entender algo.
El caldo está listo y nosotras también, todos los ingredientes y pensamientos de esa mañana concentrados en la olla.
El caldo parece estar y con la mesa puesta I nos sirve a cada uno el plato, media patata, una pilota, caldo y la carne a gusto, no nos íbamos a quedar con hambre, 14 pilotas dentro de la olla y rodeada de todo tipo de carnes.
Tots els animalons hi són dintre: la gallina, el porc, el pollastre, la vedella... també hi són tots els vegetals: la pastanaga, el porro, l'apit... tots a dintre, diluint-se, fusionant-se, rebotant i xampurrejant dins l'olla. I després de colar-la, la posem a taula i ens hi asseiem al voltant.
Al cap d'una estona l'olla ja està llesta. La traiem i separem els ingredients, la fotografiem i la lloem. Tenim molta gana ja i la taula feia estona que estava preparada. Per fi podem menjar i l'Alba vol gravar. Un cop fet tot em situo a cap de taula i serveixo el caldo.
El mismo cuidado que tuvimos en cocinarlo, lo pusimos también al servirlo. Me gusta ver los pequeños gestos que hay entre nosotras, cómo Martí me rellena el vaso de agua sin yo tener que pedírselo. Se me olvida nuestro reciente vínculo, y estos detalles por ridículos que parezcan hacen que me acuerde.
A sorpresa de todos, el caldo está bueno, para A tremendamente soso, para I muy grasoso y para A correcto.
És molt fort, clar, hi porta moltes coses. El caldo deixa anar el greix de tota la carn als llavis. Gràcies al Juan les patates estan molt Ben fetes, ell, les ha punxat per saber com estaven tot i això els cigrons estaven molt durs, jo no en vaig voler.
Entre cucharada y cucharada, ya pienso en qué escribirá Juan respecto a éste día, él no sólo ha conocido un espacio nuevo, ha conocido también a cuatro personas nuevas, me pregunto si habrá observado igual que yo las dinámicas que hay entre todas, me pregunto si se habrá sentido un intruso en esa escena, no tiene motivos para sentirse así pero yo lo hubiera hecho. Tal vez solo se centre en los elementos y no en las personas, pero creo que dejamos un rastro de nosotras por todas partes, todo de aquel sitio fue personificado, al igual que la masía nos dejó a nosotras marcadas de tizne.
Empezamos a recoger a la vez que escogía qué canción era mejor para lavar los platos. Las manos de Martí danzaban con el agua, y mis pies con los de Alba.
La sobremesa antes de recoger nos apacigua a todos, mientras I se fuma un cigarro los demás descansamos, estamos en silencio y no resulta incómodo, hemos hecho un caldo todos juntos en una masia donde hemos visto diferentes épocas, diferentes vidas, entre ellas yuxtapuestas, pero al igual que nosotros hoy, donde diferentes personas han convivido y han cocinado un plato mundano y cotidiano, presente en las realidades de todos, pero diferentes, como nuestros platos, nuestros vasos y cubiertos entre ellos.
Al cap d'una de xerrar ens vàrem adonar que era bastant tard, el Martí havia de treballar i jo havia de baixar a Bcn a fer un altre treball. Per netejar els plats vaig al pou a agafar Aigua.
Un cop tot net les Albes m'ajuden a tancar la casa. Tots als cotxes ens acomiadem fins a un altre. Soc l'últim en marxar per tancar la balla.
Vuelvo a colocar el mantel, los platos, cubiertos, vasos, trapos, está todo. Tras un abrazo nos despedimos y vuelvo por el mismo camino, sin batería en el móvil, sin navegador ni nadie que me guie, nada más que el testigo y la velocidad de la gente, al ritmo del que esta mañana huía y que prisionero de una aceleración constante me hacía.
_un caldo